Emil Mettler, dueño de un restaurante de Londres, era conocido por su generosidad. Muchas veces
alimentaba a la gente gratuitamente. Si iba a verlo algún representante de una organización
cristiana y le hablaba de alguna necesidad, abría su caja registradora y le hacía una buena donación.
Un día, Emil abrió su caja registradora en presencia de un misionero que notó que había un clavo
entre los billetes y monedas. Sorprendido por lo que vio, el hombre preguntó: ¿Qué hace eso ahí?
Emil agarró el clavo de 15 centímetros y contestó: "Guardo esto junto con mi dinero para acordarme
del precio que Cristo pagó por mi salvación y lo que le debo a cambio".
Emil usaba ese clavo como recordatorio de que tenía con Dios una gran deuda de amor y gratitud
porque Jesús había dado su vida por él. Usaba ese simple objeto para estimular su propio generosidad
mientras recordaba el sacrificio del salvador.
¿Cuántas veces pensamos en el sacrificio del Calvario donde Jesús pagó la pena por nuestro pecado
con su propio muerte en la cruz? El ejemplo de Emil nos inspira en medio de nuestras más triviales
actividades para recordar, no sólo las espinas, los clavos y la herida de lanza, sino el amor de
aquel que dio su vida por nosotros.
Quiero aclarar que este es un ejemplo y podemos recordar a Jesús viendo el amanecer, viendo tal vez
la cicatriz que quedo después de recibir sanación, etc. no es necesario cargar una cruz o algo por
el estilo ya que esto es más superstición que recordatorio de lo Cristo hizo por nosotros.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16
1 Comentarios
=D
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