Génesis 1:2 Y la tierra estaba sin orden y vacía. Había tinieblas sobre la faz del océano, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
No sabemos cuán remoto pueda ser el periodo de creación de la tierra. Nuestro planeta ha pasado por varias etapas de existencia y han vivido diferentes especies sobre ella. Antes, la tierra estaba sin orden y vacía, volcanes surgiendo de la nada, una atmósfera extraña, obscuridad total. En sus inicios era una masa incandescente que poco a poco se fue enfriando. Volcanes y lava surgían de la superficie sin un orden aparente, había gases extraños en la atmósfera que hacían imposible el poder respirar. No había vida, tan solo tinieblas. El enfriamiento de la tierra dio paso a los océanos, la vida aun no surgía, pero el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
El Espíritu de Dios es la primera persona de la trinidad que se menciona en la Biblia (Génesis 1:2) y aunque por mucho tiempo se creyó que este relato con el que se abre Génesis fue lo primero y más antiguo que se escribió en la Biblia, se ha comprobado que al parecer fue lo último que se escribió en el Pentateuco, pero, nuestro punto principal es El Espíritu de Dios,que por alguna razón es El primero que se menciona en la Biblia.
El Espíritu de Dios siempre ha estado presente, desde el inicio de los tiempos. En la Biblia hay aproximadamente 104 versículos de los que hablan del Espíritu de Dios, comparado con el nombre de Jesús que aparece en aproximadamente 705 versículos y El Padre en más de 900.
En nuestro diario vivir, también lo consideramos de esa forma, tendemos a restarle importancia por ser la tercera persona de la trinidad, como si realmente esta posición fuera inferior a las otras dos personas que componen este Trío Divino. El Espíritu de Dios es quien sigue aquí con nosotros, desde el inicio de los tiempos, y así lo manifiesta Jesús en Juan 14:16 llamándolo “Consolador”, cuyo significado es “Uno que es llamado al lado para ayudar”. Aun cuando su presencia ha sido permanentemente, Nuestro Señor se refiere nuevamente a Él, para reafirmar que aquí estará para ayudarnos.
El Espíritu de Dios tiene poder, en Salmos 104:30 dice:
“Envías tu aliento y los recreas y renuevas la faz de la tierra”
La creación de la vida y de toda carne es obra del Espíritu Santo. La existencia de este mundo se debe de atribuir a este poder. Nosotros somos solo una parte de la creación y gozamos de un lugar prominente, pero, al no tener conocimiento de este privilegio, no podemos atribuirle la atención necesaria a quien nos dio este lugar.
A El Espíritu de Dios se le atribuyen aun más cosas, no solo la creación de los hombres y la creación de la vida, se nos dice que la creación de los cielos es la obra del Espíritu de Dios. Esto lo verán de inmediato en las Escrituras, en Job 26:13: "Su espíritu adornó los cielos; Su mano creó la serpiente tortuosa." Se dice que todas las estrellas del cielo fueron colocadas en lo alto por el Espíritu y una constelación particular llamada la "serpiente tortuosa" es señalada especialmente como el trabajo de Sus manos. La serpiente es una de las 88 constelaciones que podemos apreciar en la bóveda celeste y esta se conforma por más de 30 estrellas de diferentes magnitudes, a mas no decir, que cuando volteamos la mirada al cielo, el número de estrellas es infinita. Los estudiosos al tratar de manejar un número para saber la cantidad de estrellas existentes, expresan, que en el universo hay cientos de miles de millones de ellas, y todas fueran creadas por El Espíritu de Dios.
También es Autor de la resurrección de Jesús, tal como lo dice 1 Pedro 3:18, al igual la forma en que se hizo presente en el bautizo de Jesús, el cual se representó mediante una paloma. Como no recordar también ese magistral testimonio del Espíritu, que regresó como un poderoso viento estruendoso entre los Apóstoles congregados y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según como el Espíritu les daba que hablasen. Y cómo también ellos hicieron milagros; cómo predicaban; cómo Pedro resucitó a Dorcas; cómo Pablo sopló la vida en Eutico; cómo se hicieron grandes milagros por los apóstoles así como los había hecho su Señor, de manera que se vieron grandes "señales y prodigios, llevados a cabo por el poder del Espíritu de Dios, y muchos creyeron."
El comprender su poder es imposible. Nuestra mente tiene una capacidad finita de entender y percibir las cosas, pero ahora, con estos pocos hechos, llamados manifestaciones externas visibles, podremos a empezar a entender lo importante y maravilloso que es El Espíritu de Dios.
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